El jueves 4 de Agosto tomé un avión que me llevó a Sevilla como en otras ocasiones, pero esta vez era para iniciar nuestras vacaciones de verano, para comenzar nuestra Ruta Norte.
Así que la mañana del 5 de Agosto a eso de las 10 de la mañana metimos nuestro equipaje en el coche y nos pusimos en ruta. Nuestro objetivo final de ese día era la ciudad de Salamanca, etapa intermedia hasta llegar a las ciudades de la cornisa cantábrica.
Aprovechando que subíamos y que desde ese momento nos poníamos el disfraz de turistas pues decidimos parar en la ciudad deMérida. Teníamos dudas sobre si acercarnos a Cáceres, pero como ninguno de los dos había estado en Mérida fue seleccionada como la elegida.
Al llegar a Mérida no fue demasiado complicado encontrar un parking público donde dejar el coche y que no quedaba excesivamente lejos del complejo donde se encuentra el Anfiteatro y el Teatro Romano.
Esta ciudad seguro que alguna cosita más tiene para visitar, pero nosotros teníamos que ir a piñón fijo y nos fuimos a ver el nº1 de los reclamos turísticos de Mérida. La verdad es que si vale la pena entrar a verlos, por algo son patrimonio mundial de la humanidad. Este fue el primer sitio donde recordé mi época de estudiante y los descuentos en las entradas a museos y lugares turísticos. Uno de los dos aun conservaba ese privilegio (aunque con algo de trampa) por haber sido estudiante de doctorado
Hacía un sol espléndido esa mañana y fue el primer sitio donde empecé a tomar colorcito, no nos podemos quejar con el tiempo, que tan solo dos días nos fastidió un poquito.
En el recinto entre unas cosas y otras puedes estar perfectamente entre una hora y media y dos horas para verlo bien. Lo fascinante es que después de miles de años siga usándose para lo mismo, que siga el teatro vivo entre esas piedras milenarias. A la salida del recinto hay una zona muy bonita de los jardines donde han puesto una zona “zen” y también tienes lo típico para hacerte la foto en el centro de atención al visitante (no perdimos oportunidad de hacer el ganso).
De allí buscamos otro sitio donde comer y que luego pensábamos visitar por la tarde, Trujillo. Trujillo la verdad es que es espectacular y está lleno de rincones muy lindos. A la entrada del pueblo, tuvimos mucha potra para encontrar aparcamiento y sobre las tres del mediodía buscamos un sitio donde comer. El Restaurante León fue el elegido por tener un menú bastante apetecible para nuestras hambrientas tripas y el cual estaba sobre unos 16€. Nos pusimos finos (muy recomendable, la camarera era muy graciosa) , menos mal que luego lo quemamos subiendo cuestas y pateando Trujillo durante varias horas.
La plaza que tiene Trujillo es enorme y es que se nota que fue la capital de Extremadura en su época. Allí nos hartamos los dos a hacer fotos y panoramas, a disfrutar de la fotografía!!.
El edificio que se e al fondo es el Palacio de la Conquista. El balcón de la esquina llegó a salir en las monedas de 50 pesetas.
Es curioso que esta plaza no tiene palomas como otros pueblos, aquí son mas heavys y tienen una buena bandada de cuervos que justo descansaban en los tejados del palacio.
Es curioso que esta plaza no tiene palomas como otros pueblos, aquí son mas heavys y tienen una buena bandada de cuervos que justo descansaban en los tejados del palacio.
Paseando por las calles de Trujillo en dirección a lo más alto de la ciudad, el Castillo, nos encontramos con rincones muy bellos.
Al Castillo de Trujillo se podía entrar, y por un módico precio de 1,40€ podías patearte las murallas, bajar a un gran aljibe de agua y subir a la capilla que tienen en honor a la patrona del pueblo. Las vistas que se tienen son impresionantes, por ser esta época del año tienen un tono un poco ocre, pero son bonitas.
Respecto a la estancia donde está la patrona, es curioso… la tienen mirando hacia el pueblo, y si quieres que la imagen no te de el culo, tienes que echar 50 céntimos en una maquinita. CP no pudo resistir la tentación y echó la monedita, pero no pasó nada espectacular, no sonó ni música ni nada… solo la virgen hizo como la niña del exorcista y se dio la vuelta (menos mal que no sólo su cabeza… era lo que yo esperaba… buuuuuu)
Depués de tomarnos un granizado de limón en la plaza del pueblo y descansar las paticas, nos pusimos en marcha de nuevo para llegar al destino final de la ruta del día: Salamanca.
No fue complicado gracias a mi amigo el GPS encontrar el hotel y por suerte aparcamiento en la misma manzana donde estaba el hotel Eurowest Gran Confort de Salamanca. Nada mas llegar, como llegamos sobre las once y media de la noche el recepcionista del hotel nos vaciló diciendole a CP como se llamaba inmediatamente después de que él dijera que teníamos reserva. Y es que eramos los últimos que esperaban esa noche jejee.. pero se nos quedó cara de bobos. Aunque para nada como la cara que se nos quedó cuando vimos este cabezal de la cama. Apoteosis del ????? (ni idea de como catalogar el estilo de la decoración de este hotel) jajaja…
No fue complicado gracias a mi amigo el GPS encontrar el hotel y por suerte aparcamiento en la misma manzana donde estaba el hotel Eurowest Gran Confort de Salamanca. Nada mas llegar, como llegamos sobre las once y media de la noche el recepcionista del hotel nos vaciló diciendole a CP como se llamaba inmediatamente después de que él dijera que teníamos reserva. Y es que eramos los últimos que esperaban esa noche jejee.. pero se nos quedó cara de bobos. Aunque para nada como la cara que se nos quedó cuando vimos este cabezal de la cama. Apoteosis del ????? (ni idea de como catalogar el estilo de la decoración de este hotel) jajaja…
Nos bajamos a cenar partiéndonos la risa y con miedo a que esos bajorelieves tomaran vida como en la pelicula “Pactar con el Diablo” o “La Guarida”. En general el hotel guardaba el mismo inclasificable estilo decorativo, para muestra el pasillo.
El hotel estaba a un paseo del centro, unos 15 minutos aproximadamente y pudimos disfrutar de unas vistas nocturnas de Salamanca preciosas, ya que tenían iluminado el puente romano y la catedral. Nuestro objetivo era intentar encontrar un lugar donde cenar e ir al hotel a descansar de tanto pateo.
Encontramos lugar donde cenar en la calle Rua Mayor, en unrestaurante Italiano que se llamaba igual que la calle. Y en él nos llevamos el gran timo del viaje, y la primera de las 3 cosas reguleras que nos pasaron. Y es que nos timaron porque nos cobraron por unas pizzas congeladas de la marca Dr. Oetker el cuádruple de lo que valen.Primero que se supone que son artesanos y jamás en la vida he visto servir en una pizzería cosas precocinadas y segundo es que ni se molestaron en cambiar el nombre que tienen de verdad esas pizzas: La especial y la de pollo. Sólo se salvaba la ensalada que estaba muy buena, pero el cabreo que se llevó sobre todo CP fue monumental, no se le pasó en todo el viaje al pobre.
Os juro de verdad que eran estas pizzas:
En fin, los salmantinos no empezaron bien, y es que yo conozco a uno que… jejeje…. Tras la cena dimos un paseo por la ciudad como aperitivo a lo que nos esperaba a la mañana siguiente. La verdad es que la plaza mayor estaba muy bonita iluminada y había mucho ambientillo en ella.
Os juro de verdad que eran estas pizzas:
En fin, los salmantinos no empezaron bien, y es que yo conozco a uno que… jejeje…. Tras la cena dimos un paseo por la ciudad como aperitivo a lo que nos esperaba a la mañana siguiente. La verdad es que la plaza mayor estaba muy bonita iluminada y había mucho ambientillo en ella.
Tras la cena nos fuimos al hotel a ver si sobrevivíamos a la noche de las figuras que tomaban vida al irnos a dormir.
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