Lo supe aquella noche
en el cuarto de invitados.
De pronto te vi en la oscuridad
de una forma tan clara,
que ni la noche cerrada
ni la madrugada te ocultaban.
Fue tu voz la que me tocó,
la que me desnudó y acarició
antes de que lo hicieran tus manos
despojándome de pretextos,
llenando ese vacio.
En un instante descubrí
que el momento había llegado,
era la hora de regresar
de abrir mi corazón,
encontré un camino que
creí haber perdido.
Una senda que me ha traido,
justo hoy hace seis meses,
a un lugar que siempre soñé,
que jamás imaginé tan hermoso
y donde habito cada día junto a ti.
Ese lugar se encuentra…
en la curva de tu sonrisa
en la forma en que me miras
en el remanso de tus brazos
en la caricia de tus manos
en mi rostro sobre tu pecho
escuchando tus latidos
mientras mis dedos enredan cabellos.
Mi lugar está junto a ti,
ya sea en las calles de Triana
o donde el viento mece palmeras.
Mi corazón te pertenece
y andará a tu compás, da igual
donde vayan tus pasos.
Aquella noche hace seis meses
supe que jamás podría soltar
tus manos.
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